martes, julio 31, 2007

Desordenado martes




Ayer estuve toda la tarde pateando por Alicante, creo que anduvimos haciendo espirales para darle emoción a la ruta. Acabé con los pies hechos polvo. Y la verdad es que llego un punto en el que tenía las piernas tan cansadas, los pies tan machacados, que sólo quería sentarme y ya. No hacer nada más.

Eso sí, vimos cosas chulas. Muchas. Nada más llegar un amable caballero de flamante armadura, con los cabellos al viento, o quizá era un pintor de brocha gorda con el mono manchado de trabajo y una enorme furgoneta. Nos guardo sitio para aparcar. La galantería del siglo XXI.

Tengo al simpático vecino de arriba aporreando la pared justo encima de mí. De mi oficina, se entiende, y no puedo pensar.

Mi hermana pequeña ha venido a visitarme, que entenderán mis hermanitas que es mi trabajo. Es gracioso. Ha estado aquí un ratito, y me ha traído una lata fresquita. Lo que es un detalle que le agradezco, pero creo que los gases que hay por este taller no le deben de sentar demasiado bien.

Tengo ganas de ir a Benidorm de compras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

te voy a echar mil de menos cuando me vaya mañana a Holanda ;_;